SRA. JULIA OBDULIA MURILLO
VALDIVIA
DR. JESÚS VALDEZ HERRERA
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Profesor Principal de Medicina, Universidad Nacional de San Agustín.
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Jefe de Servicio de Gastroenterología, Hospital Nacional Carlos
Alberto Seguín Escobedo, EsSalud.
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Médico Fundador de la Sociedad de Gastroenterología del Perú –
Arequipa.
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Ex - Presidente de la Sociedad de Gastroenterología del Perú –
Arequipa
Arequipa, 27 de Agosto de 2005
SRA. JULIA OBDULIA MURILLO VALDIVIA
La Sra.
Julita Murillo nació el día 12 de junio del año 1944 en la localidad de
Cocachacra, con asistencia de la partera Sra. Manuela de Palza, de ahí que fue
muy amiga y recuerda como compañera inseparable de su infancia a su hija
Felicidad Palza. Su Madrina de Bautizo fue la Sra. Alicia de Gómez, de Primera
Comunión la Sra. Olga Páez de Cerdeña, y de Matrimonio don Ulises Manrique. Su
padre fue el Sr. Fidel Murillo Murillo, agricultor nacido en Omate y su madre
la Señora Hilda Valdivia Ampuero hija también de agricultores del valle de
Tambo. Infelizmente su madre falleció en el mes de mayo del año 1956, en un
trabajo de parto, sobreviviendo el niño que hoy es agricultor en Cocachacra.
En 1995, el
31 de diciembre, fallece su padre, un día antes de ingresar a trabajar en el
Servicio de Gastroenterología como Técnica de Enfermería en el ya Hospital
Nacional del Sur.
Sus estudios
primarios los hizo en su pueblo natal, y los secundarios en Arequipa, en el
Colegio Nuestra Señora de Fátima, y el Curso de Técnica de Enfermería en el
Instituto Superior María Montessori.
Se casó
después de un cálido romance en el año de 1964 por lo civil y en 1965, un 31 de
enero en la Iglesia de la Recoleta de la ciudad de Arequipa, y vestida de
blanco; su esposo es el Sr. Isauro Téllez Rubio, nacido en el hermoso pueblo de
Alca en Cotahuasi y son padres de 4 hijos, dos de ellos varones, y tienen la
felicidad de tener 7 nietos.
Entró a
trabajar en esta institución el 1 de enero de 1974, y entre sus más gratos
recuerdos que guarda es haber estado junto a personas como la Sra. Regina
Camargo, Carolina Arenas, Martha Noriega, Beatriz Zúñiga, o los Doctores Carlos
Lozada Polar, Rafael Arrarte Congrains, o Edgar López Ortiz, etc.
Considera que
Dios la bendijo en trabajar en el Servicio de Gastroenterología donde admiró,
según sus propias palabras, la belleza espiritual y calidad de trabajo, y fue
donde mejor se ha sentido en su impecable trayectoria profesional; hubo una compenetración
casi atávica con todos.
Recuerda
también las palabras de contento en sus primeros momentos en el Hospital
Obrero, y cómo la Sra. Zoila Medina Huaco, enfermera en ese entonces del
Servicio de Medicina no la quiso dejar ir a trabajar al Servicio de Cirugía,
donde era Jefa de Enfermería la Sra. Regina Camargo, pero inapelablemente le
dijo “yo te necesito”, y prevaleció su autoridad y recia personalidad.
Fue razón de
mucha tristeza cuando vino la unificación de los Hospitales, y por eso lloró
mucho pero...
Como sólo las
grandes personas, se fue muy silenciosamente, la cabeza erguida, digna, noble y
generosa. Trabajó sin quejas hasta el último instante, y fue un permanente
estímulo por su clase, don de gentes, prestancia, nobleza y digno porte que jamás
dejó de irradiar, y el compromiso con el trabajo para ella fue una cuestión de
honor.
La apariencia
y presentación fue un reflejo de su persona: ropa limpia, blanca, sin manchas,
sin pintura en la cara, aretes que casi no se notaban y zapatos brillantes y
manos limpias, y ninguna palabra debería estar fuera de la educación, respeto y
decencia.
Sólo me queda
decirles a todos ustedes que para mí en especial, y para todos los del Servicio
de Gastroenterología ha sido una felicidad y una bendición de Dios haber tenido
a Julita Murillo Valdivia por tantos años a nuestro lado, y siempre, pero
siempre, decirle que la queremos mucho y que Dios esté a su lado como lo está
siempre al lado de los buenos.
Recordemos el
cariño y la nostalgia que demostró siempre cuando aparecía un “compañero ex-trabajador
del Hospital Obrero”, no sólo en aquellas ocasiones que se atendía en Gastroenterología,
sino también en otros Servicios.
Nunca se le
escuchó un reproche ni demostró alguna disconformidad en los diarios vaivenes
del trabajo. Su legado más importante, qué duda cabe, es el desprendimiento y
entrega noble y generosa que siempre le acompañó al lado de un celoso
cumplimiento del deber.
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